sábado, 18 de abril de 2009

EL TRIÁNGULO DEL DEPORTE

La importancia del proceso de comunicación


Existen numerosos factores a tener en cuenta en relación a la preparación, el entrenamiento, la competición y el descanso de un deportista. Y, aunque estos aspectos resultan fundamentales para la experiencia deportiva, el rol que juegan los padres y el o los entrenadores en los deportes juveniles, son entendidos como los pilares básicos para que los chicos participen, y no abandonen, el deporte que eligieron.

El triángulo del deporte se encuentra constituido por el deportista, el entrenador y los padres de dicho atleta. Ya que son éstas las figuras que más influencia e impacto – positivo o negativo – tendrán en el deportista (quieran o no, sean concientes o no de esto). Pardo (2009) plantea que son los adultos significativos, los responsables de garantizar el clima adecuado para que el niño se desarrolle en el deporte, y por cierto, como persona.

Es decir, para que la práctica deportiva sea considerada como saludable para un individuo, va a depender del cómo sea realizada. Por ejemplo, el entrenamiento, la carga horaria, el calendario de torneos, etcétera, de un niño necesariamente tiene que ser diferente que el de un joven o un adulto. Y esto, es responsabilidad de los entrenadores y de los padres de dicho deportista.

En el contexto actual del tenis, el nivel de exigencia autoimpuesto e impuesto, es cada vez mayor. Hay evidencia científica que señala que un significativo porcentaje de tenistas juveniles no concurre al colegio, y están también quienes abandonan sus estudios en post de intentar ser un jugador de tenis profesional (Maquirriain, 2006).

Aún cuando es fundamental que los chicos puedan elegir, ser escuchados y tomados en cuenta en las decisiones respecto de su futuro – cosa que es un derecho – la seguridad, la salud física y mental y la educación, también forman parte de la Convención de los Derechos de los Niños. El Comité de los Derechos de los Niños entiende al niño como todo aquel ser humano menor de dieciocho años de edad, salvo que, en virtud de la ley que le sea aplicable, sea considerado como mayor de edad (CRC, 1990).

Se remarca este aspecto, puesto que muchas veces, el entorno (mal) prioriza el tener éxito durante la competición como más importante que la salud, el bienestar psicofísico y el futuro del individuo.

Estudios realizados (Gould, 1980) ponen de manifiesto algunas de las razones por las cuales los jóvenes deportistas participan con frecuencia en deportes organizados: a) divertirse; b) mejorar sus destrezas y aprender otras nuevas; c) estar con amigos, o hacer nuevas amistades; d) por la emoción y porque es excitante; e) por tener éxito o ganar; f) por llegar a ser físicamente aptos.

Sin embargo, ninguno de estos objetivos puede alcanzarse por el simple hecho de la participación deportiva (…), entrenadores, padres y deportistas deberían formar parte de un equipo que intenta lograr metas comunes (Smoll, 1991). Por lo que se hace necesario, establecer una buena comunicación entre las partes.

¿Qué es la comunicación?

Watzlawick (1994) define a la comunicación como un proceso bien logrado, el cual consiste en la correcta transmisión de información y ejerce sobre el receptor el efecto deseado; mientras que la situación o estado de confusión es, por el contrario, la consecuencia de una comunicación defectuosa, que deja sumido al receptor en un estado de incertidumbre o de falsa compresión.

Aún así, hay que diferenciar los distintos tipos de comunicación que hay; investigaciones realizadas por O´connor y Seymour (1992) muestran que el 55% del impacto de la comunicación está determinada por el lenguajes no verbal (el corporal, las posturas, los gestos, el contacto visual, etcétera), el 38% por el tono de la voz, y sólo el 7% por el lenguaje verbal (contenido). En otras palabras, lo más importante que comunicas, no proviene precisamente de tu boca.

Una persona puede mostrar su enojo frunciendo el ceño, oposición cruzándose de brazos, etcétera; y no necesita decir palabra alguna (Jugo, 2009). Ya que los movimientos de expresión aportan vivacidad y energía a lo que decimos, y revelan los pensamientos y las intenciones de los demás con más precisión que las palabras, ya que éstas se pueden falsear (Le Doux, 1999).

Conclusiones

Algunos aspectos a tener en cuenta para mejorar la comunicación de los integrantes del triángulo del deporte son:

Hablar de forma clara y sencilla

Las acciones deben acompañar lo que se dice

Cuanto más conciso sea el mensaje, mejor

La incoherencia del relato produce confusión

Evitar mentir

Sea sincero, diga la verdad

No ofender

Prestar atención si la postura corporal no acompaña lo que la persona dice

Evitar las críticas, no compita

Elogie y aliente, no adule

No gritar a los atletas

Sepa escuchar, evite interrumpir

Piense antes de hablar

Evite remarcar los errores; describa la solución o corrección posible

Evite el cinismo y las burlas

Sea positivo

Preste atención al tono de voz (al suyo y al ajeno)

Recuerde que el cuerpo también transmite

Póngase en el lugar del otro

Este último punto es muy significativo, porque cada persona tiene diferentes canales y tiempos para absorber la información (Jugo, 2009). Hay individuos que prefieren sentir y hablar las cosas, a verlas. Cada individuo es diferente, y la clave está en encontrar el canal que mejor se ajuste a cada uno.

Bibliografía Utilizada

Comité de los Derechos del Niño (1990). Convención sobre los Derechos del Niño. Documento recuperado e 05 de Julio del 2009 del sitio web de las Naciones Unidas (disponible en:
http://www2.ohchr.org/spanish/law/crc.htm).

Gould, D. (1980). Motivating young athletes. East Lansing: Michigan Institute for the Study of Yputh Sports.

Jugo, T. (2009). Manuscrito inédito sin publicar.

Le Doux, J. (1999). El cerebro emocional. Buenos Aires: Edición Planeta.

Maquirriain, J. (En prensa). Perfil escolar de los tenistas competitivos argentinos. ¿Es necesario abandonar el colegio para ser jugador profesional? En: Clarín Deportes. Raquetas sí, libros también (Publicado el 05/11/2006). Recuperado el 07 de Julio de 2009 de: www.clarin.com/diario/2006/11/05/deportes/d-08201.htm

O´connor, J. & Seymour, J. (1992). Introducción a la programación neurolingüística. España: Urano.

Pardo, S. (2009). Los niños y el deporte. El lugar del adulto. Material de cátedra del posgrado Introducción a la psicología aplicada al deporte de la UCA, primer cuatrimestre.

Smoll, F. (1991). Relaciones padres-entrenador: mejorar la calidad de la experiencia deportiva. En: Williams, J. (1991). Psicología aplicada al deporte. Madrid: Biblioteca Nueva.

Watzlawick, P. (1994). ¿Es real la realidad? Barcelona: Herder.

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